jueves, 31 de octubre de 2013

El cajón de los dogmas

Buscamos el conocimiento, como un árbol el Sol. Crecemos bajo su luz, florecemos bajo su incandescencia. Y volamos, entre hojas, de papel mecanografiado, de historias estenotipiadas, de sueños vertiginosos. Caemos en abismos con alas líricas, surcamos mares con la dulzura de una golondrina que interpreta serenatas indescifrables, y planeamos en libros de cuero envejecido y hojas polvorientas. Nos zambullimos en universos prosaicos con la ilusión del que no conoce el porvenir. Crecemos y crecimos, leyendo, imaginando, soñando. Rompemos el resorte de la vida para entrar en el de la eternidad. Gritamos sonrisas, lloramos muertes, vidas de papel, vidas de tinta, vidas inmortales. Conocimientos lo llaman los fariseos doctos, sofistas desgarrados por la intemporalidad de sus decepciones; y no es más que felicidad, lo que ocultan esas paginas, no es más que perfección lo que encierran sus palabras, y es que, cuanto más se sabe más se desea saber.