lunes, 14 de septiembre de 2015

Literatoxicómano

Viajo por las elipsis de tus enmascaradas premisas como la hoz que vuela reluciente sobre el campo de trigo dorado, manjar ígneo que no entiende de parodias o dogmas, ímpetu efímero de las musas más obtusas. Y sin más énfasis que el de tu afilada sonrisa me disocio del desapego de la vida para caer en el de la eternidad más intemporal, espejo quebrado por la absurdidad de un reflejo mancillado por el cinismo de sus coyunturas. Y acabo abandonándome a las más obscenas concupiscencias de tu piel, ya agrietada pero solemne, cual perro que no abandona a su amo hasta que se abandona a si mismo. Pero para mi amargo estupor acabo subyugado al más tópico e irremediablemente absurdo pudor, el que aflora en mi cuello ruborizado al tocar tu cobriza alma y tus sinuosas curvas de monótonos pero deliciosos grafemas, y es que sin ti, mi literaria musa, no soy hombre ni bestia, no soy nada que merezca nombre o adjetivo, solo soy el eco de mi infinito vacío.