No conozco la razón de mi existencia.
Temo no encontrar jamás respuesta a este paradigma más allá del
azar, temo encontrarla y perderme ante su dictamen.
Quizás la vida, como otros muchos
sucesos, solo tiene el sentido que uno mismo quiere o incluso
necesita darle para sentirse parte de una existencia que ni entiende,
la vida como última y única pregunta, como incógnita que no
logramos descifrar, como cumbre inalcanzable.
Solo el tiempo nos dará una
interpretación, errónea y ególatra, un instinto de supervivencia
involucionado que nos permita sobrevivir a nuestros demonios, una
verdad de Nietzsche, una mentira, una excusa para justificar nuestros
latidos, unas alas para disfrutar la caída en el abismo de la vida.