Me llaman oscuro, me llaman solitario,
me llaman inadaptado. Me llaman muchas cosas y nunca me llaman para
saber de mis tomentos.
Soy alguien único, y no por eso mejor,
soy alguien único, por que nadie quiere ser así. Soy la mariposa de
mi dolor, tinieblas que no se extinguen. Soy muchas cosas, para bien
o para mal, soy muchas cosas, y nada en realidad. Las palabras rigen
mis exasperaciones, sus lúgubres epifanías me deslumbran con una
luz tan opaca que ni el crepúsculo de la felicidad resquebraja su
mantra. Y en los océanos de idealismo suicida danzan las mas bellas
creaciones líricas. Mi don es mi castigo, mis alhajas mi
desesperación, pues cuanto más se ha perdido más innato nos es
crear. Escribir se ha convertido en una adicción insana, en una fuga
de pletórica ausencia, porque, cuanto más solo estoy, más próximas
me son las palabras, y, cuanto más solo me siento, más cerca del edén
me encuentro. Escribo por que no soy nada más, escribo por que anhelo
la muerte y la inmortalidad, escribo porque es lo único que me salva
de la vida, escribo porque soy escritor. Sólo ante las palabras y
solo ante las palabras uno es quien realmente es.