Me siento perdido, en este mar seco. Ya
no lucho, ya no sigo entero. Sucumbo a la podredumbre y los químicos,
me evado de la realidad por que no soporto formar parte de ella.
Perdí hace mucho ya las ganas de seguir adelante, perdí mi fortaleza
y ya solo respiro. Lucho contra las cadenas que me apresan, cadenas
inmateriales, cadenas dolorosas. He sucumbido a la autodestrucción,
busco novedades que me hagan sentir algo, algo que no sea solo este
vacío. Un hueco en mi alma, un eco lúgubre en mis pensamientos. Lo
que antaño fuera negación de firmes convicciones hoy es una nueva
experiencia, un nuevo error. He expandido mis horizontes, he salido de
mi zona de confort, de mis protuberancias mentales. Busco la forma de
destruirme, la forma de que mis latidos vuelvan a acelerarse, la
forma de sentir de nuevo calor en este frío invierno eterno. Ya sea
químico, ya sea mental, todo lo que siento son pantomimas
mistificadas, falsas promesas de un futuro brillante, recuerdos de un
pasado ajado. Nómada de conciertos, cerveza en mano y sonrisa etílica
en la cara, felicidad embotellada que me aísla de la monotonía
diaria. Ruido que me ensordezca, que oculte el gong sonoro de mis
pensamientos, ruido que ofusque mis ideas y sus locas vocaciones.
Busco una utopía de incalculables paredes, un destino donde la vida
sea algo más que levantarme de la cama, una existencia más allá de la
obsesión de una búsqueda enigmática, un camino que no rompa mis
zapatos.