domingo, 11 de noviembre de 2018

Ulterior al vacío

Destilo entre mis fracturas, líricos espectros de antaños ya añejos, fantasmas de seda y tinta . Licores amargos para un alcohólico emocional. Prosopografía de zarzas etéreas y cicatrices permutables. En el tren me hallo, viajando a la velocidad del pensamiento, y en sus cristales lágrimas de colosos vaporosos, y en sus asientos cadáveres desfilando, lentos pero incesantes, hacia el frío ocaso. La oscuridad me invade, será Noviembre impregnando mi psique, será un murmuro que aún resiste. Será que soy, será que solo siento el tiempo, será que la vida me robó el aliento, será una hoja mecida en el viento. La lluvia, denominación de origen de los parajes otoñales y preludio del hermético invierno se infiltra en mis grietas, oxidando y erosionando los cimientos de mi ataraxia. Se inundan mis desiertos y se secan mis mares, mi mundo del revés y mi universo implosionando, poema esquizofrénico cincelado en la nada. Vivo, por que no se inexistir, escribo para extirpar las tinieblas de mis carencias, vivo para escribir y morir viendo, soy la vida en mi caligrafía agarabatada y la muerte en su ausencia, soy la imperfección forjada en el abandono, el esfuerzo realizado con la constancia, la paradoja y el absurdo de estas mis elucidaciones más desequilibradas. Soy la gota en el cristal, entre dos mundos separados por el estrecho cristal del tiempo.

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